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Ser madre: experiencias de embarazo

La maternidad es una cuestión central en la vida de las mujeres, pero mucho más en épocas en que la función básica de éstas era la reproducción. En un mundo en el que no se conocen métodos efectivos para evitar los embarazos, muchas vivían únicamente para eso. En ese contexto, ser madre era una experiencia que tenía sus luces y sus sombras: por un lado, el embarazo podía ser la confirmación de un deseo íntimo, pero también daba respuesta a una expectativa del marido y de las familias de ambos. Seguramente esta presión, ejercida de un modo más o menos explícito, les hacía esperar con ansia el gran día en el que se confirmaba su estado de “buena esperanza”. A partir de entonces estaba clara la posición de la mujer, sabía cuál iba a ser su papel principal y se preparaba para cumplirlo.
En este apartado, abordamos la experiencia del embarazo; desde el deseo más o menos consciente y expresado, de perpetuarse, pasando por las prácticas anticonceptivas, que de forma más o menos consciente, siempre se han usado, y otras cuestiones como las molestias asociadas a ese estado, y los famosos "antojos". Estos son los relatos que se recogieron en torno a las cuestiones planteadas:
ISABEL: Entonces se decía que no servía la mujer. Él, él siempre servía ... Qué dolor que no se haya ido a los médicos, porque no era la mujer siempre la que no podía, que era el hombre, como ahora. Que yo lo veo mu bien eso de que se vaya ahora al médico. Yo sé de casos que se han deseparao por que no podía tener hijos, pero luego era el marío. No había medios ni nada como hay ahora pa operarse… Yo me acuerdo de una mujer que estuvo mucho tiempo y que no traía niños, que no traía… y se separó. Luego se juntó con otro y tiene niños, o sea, que no era ella la que no podía… estaba claro, ¿no? La echaban a una al rinconcillo por eso.
Por lo general, en el momento que nos casábamos, de momento lo primero que queríamos era niños. Yo me casé y a los y a los 14 meses nació mi primer hijo. Cuando mi mario veía el periodo… él lo que quería era tener niños... Yo creo que más que yo. En los embarazos no tenía antojos ningunos. Los huevos quizás me daban manía. Ni la carne ni el pescao me entraban. Comía más verdura. Se sabía que estábamos embarazás porque se iba el periodo. El cuerpo se pone de otra forma. Ya sabes tú que ahí hay algo que no lo has tenío antes. Me tomaba limón. Yo le ponía al limón azúcar… sería que yo le tenía fe, pero parece que me sentaba bien.
PILAR: Como ya dije, me casé en 1953 y en el 54 ya nació mi hijo. Tenía yo 26 años. Este embarazo fue muy malo, porque tenía mucha fatiga. Yo tenía fatiga hasta teniendo a la criatura y mi marío estaba muy preocupado. Hay hombres que a lo mejor si tienes fatiga… pues que tengas, no te hacen ni caso…., pero yo me casé con un hombre de campo y to, pero Dios lo tenga en la gloria. Era mu bueno. En todo en todo. No tengo ninguna cosa que reprocharle (se emociona) Luego… ya el niño más grande… pues lo que pasa… pues otro niño… A los cuatro años. Con este también tuve fatiga. Yo como no iba a nadie, ni médicos ni nada... Me acuerdo que por entonces tenía un abrigo marrón… parecía un palo. Tan malamente… Mi prima me llevó a un médico. Él me dijo: ella es así, de fatiga. Que todo va a salir bien, que ella está mu bien. Pues p´lante una niña y un niño.
M. LUISA: Yo me casé con 27 años. Tuve mi primer embarazo muy pronto, pero estaba mal formado. Al principio me salía mucho el vientre y tuve que ir al médico… aquello era como un trozo de hígado… no sé exactamente lo que era. Recuerdo que estaba con la regla el día que me casé, pero casi terminando, y a lo mejor por eso me pasó aquello… Yo notaba de la primera noche que nos quedamos en Marbella... y luego en Málaga y Granada, que no tenía ganas, tenía el vientre inflamao y no tenía ganas de na.
Mi marido estaba en Marbella trabajando y me fui allí a vivir. Al principio, me dolía el vientre y no se me quitaba. Buscamos a un médico, que era la primera vez que yo iba al seguro. Ya fui al ginecólogo y me hicieron un legrao y luego en el segundo, tuve que guardar reposo. Luego, pa la tercera, iba yo con los barreños de ropa pa tender y la llevaba en brazos y sin embargo ya no me pasó na. El cuarto me quedé sin darme cuenta. Como que yo pensaba que no había hecho na. Estaba dándole el pecho a la tercera y tenía mal color de cara y digo: esta niña está mu blanca y me hice unos análisis y es que me había quedao embarazá. Decían entonces que una no se queda embarazá dando el pecho. Yo escuchaba que le cae mu mal a los niños eso de darle el pecho embarazá. Pero yo procuraba no hacer vida… pero me quedé.
El café y el cocido me daban mucha fatiga. Los olores... Me engordaba normal, pero lo devolvía to. En los últimos estuve mejor. Con los más chicos cuando calentaba la leche pa el desayuno de los niños, me entraba una fatiga… Devolvía y luego ya se me pasaba. 

GREGORIA: Me casé con 23 años. Nos fuimos de Cádiz al Puerto y luego a Granada. Eso fue el viaje de novios. Al otro día de casarme me vino el periodo y no me quería ir de viaje. Los cuatro días primeros estuve mal, pero en los otros cuatro, ya en casa de un familia, allí yo hice a mi primera hija. Mucha gente decía que yo había ido embarazá. Menos mal que vino a los 9 meses y 18 días… Yo noté que me faltaba el periodo porque pa eso era como un reloj. Cuando me faltaba, sabía que estaba embarazá.
La marcha atrás es lo que se hacía en aquellos tiempos. El segundo embarazo mira cómo fue: Trabajaba una vecina en mi casa conmigo y las dos teníamos una niña. Un día ella me dijo: Mira, te voy a regalar una cosa que me ha traido mi mario que es buenísimo. Con eso puedes estar tranquila que no se queda una embarazá. Total, me enseñó la cajita y to y me lo regaló. Se lo enseñé a mi marío. Él lo sabía, pero en la farmacia te daba vergüenza ir a comprarlo. Yo me quedé embarazá con esa caja de preservativos. Al mes justo las dos estábamos embarazás. La caja estaba picá. Mi marío encantao de ponérselo, porque lo habíamos paso mal con la última niña, que la sacaron con forcets y no queríamos tener más niños de momento. Mi hija dice que es de una equivocación de un preservativo.  

Me acuerdo que una vez, mi cuñá Milagros y yo, estuvimos por lo menos seis veces en la farmacia de Jerez. Dos veces compramos pastillas de aspirinas, pero ninguna pedía el preservativo. Al final el hombre nos dijo: Yo sé lo que ustedes vienen buscando… una cajita de preservativos… Que eso no es ninguna vergüenza. Ahora que yo era la que me tenía que preocupar, que mi marío, ni hablar de ir a la farmacia. Al final aprendí a decir la marca y así no tenía que decir preservativo.
 PILAR: En mis tiempos también los había en la farmacia. Pero yo no los usé nunca. Yo sé que mi mario tenía una caja, que no sé de dónde la sacaría, pero a mí no me gustaba.


MANUELA: Yo oía que algunas mujeres usaban el preservativo. Así que antes de que él volviera, fui a la farmacia a pedirlo y me dijo el farmacéutico que sin permiso de mi marido no me lo podían dar y que había que tener tos los hijos que Dios quisiera. Les conté que padecía del corazón y que tenía 3 hijos, pero nada. Yo me quería preparar pa cuando viniera mi mario, que se fue a Alemania cuando yo ya estaba embarazá del cuarto, pero no conseguí nada. Así era como se pensaba entonces: los hijos que Dios quiera…
Yo sentía algo raro en mí cuando me quedaba embarazá. Una vez me dijo un ginecólogo que si yo tuviera que tener algo de prótesis en mi cuerpo iba a tener problemas, porque cualquier cosa que tengo en mi cuerpo, lo rechazo. O sea, que con el embarazo, enseguía me daba cuenta de que en mi cuerpo había algo, como una especie de rechazo. Era superior a mí. Pero fatiga… nada. Al contrario, yo tenía mucha hambre. Y claro, con 20 años y 52 kilos, comía lo que quería, yo con el peso y los antojos, no he tenido problema. 
PILAR: A mí un gazpacho fresco en invierno, migao, al lao de la candela… eso era lo que se me antojaba… no me daba fatiga. ¡Me caía de bien…!

No podía dejar de abordar un tema, que, aunque delicado, es una realidad en la vida reproductiva de las mujeres: el aborto. Sobre el tema no se dijo casi nada. Sólo Gregoria se atrevió a comentar lo siguiente:

Se sabía que algunas se tomaban algo, pero claro, como era mucho tabú entonces, no se decía nada. Nosotras nos quedamos tres embarazás. Una vecina tenía cuatro y otra tres. Resulta que la que no quería más niños (tenia 4) Se puso a pintar la casa, puso una banqueta encima de la mesa y desde allí se tiró, pero no le pasó na. No abortó Sin embargo, la otra, primeriza, locas, porque lo queríamos era tener más niños, la muchacha abortó sin hacer na y yo también. Mi niña se me murió a los ocho meses de embarazo. Estuvo dos días muerta en el vientre. Luego, la tuve en cinco horas. A los tres días me dio lo que me dio. El ICTUS. El año pasao cuando mi hija la ingresan por poco me muero…

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