miércoles

Canciones de cuna



Varias tardes disfrutamos del gusto y la memoria musical de nuestras compañeras de taller, y escuchamos varias nanas, a cual de todas más tiernas y hermosas. Aunque con nervios y la voz temblorosa, María Rios se lanzó y luego le siguió Mª Luisa.
 

La larga espera

Durante años, mientras las jóvenes esperaban al hombre de su vida y la celebración de la boda que las uniría a él para siempre, se afanaban con las labores: el croché, los encajes de bolillos, los bordados y la confección del ajuar. Costumbres que se han dado en muchas culturas y diferentes épocas.


martes

Parirás con dolor: el cumplimiento de un mandato mítico

Dar a luz... Nuestras mujeres vivieron esta experiencia en épocas distintas, ya que sus edades son muy dispares. Entre Leonor, una mujer de 85 años,  y Mª Luisa, que está en la década de los sesenta, por ejemplo, hay veinte años de diferencia;  suficientes, como para que los partos de una y otra se hicieran en unas condiciones diferentes. Los recursos y las  prácticas sanitarias habían  cambiado. La primera tuvo a la mayoria de sus hijos en los años cincuenta, en la casa familiar, ayudada por una comadrona;  sin embargo, en la época de Mª Luisa, los años setenta, las mujeres iban a parir al hospital más cercano. De todo hay en el grupo, incluso las que ni siquiera necesitaron a una persona titulada, como es el caso de Manola. Durante siglos esa fue la práctica habitual: la casa, una mujer más o menos entendida, y más tarde, una matrona con una cierta formación teórico-práctica. De hecho, el hospital se consideraba el lugar menos indicado para este acto que todas las mujeres aceptaban como algo totalmente natural, para el que sus cuerpos estaban perfectamente preparados. 
Parto en la época medieval
Las que asistieron a las sesiones en las que tratamos este acontecimiento, nos relatan todo lo relacionado con su experiencia: el proceso del parto, el lugar, los acompañantes, las prácticas higiénicas, etc.

Pilar: Sin saber yo… fíjate que inocencia… que no sabía ni como venían los niños. Fui de viaje de novios a El Corpus de Granada. Tuve suerte que antes no se iba a ningún sitio. Pues nada, que empecé… “Yo estoy más mala…” como cuando está una empachá y más abajo, allí en la misma finca, una vecina que vivía en un chozo y le digo: “Mira ¿no tienes tú los chocolates esos de purgantes que se le daban a los niños…? Ella me dijo… “Yo sí que tengo, pero mira: te la doy, pero si tienes dudas de algo, no te lo vayas a tomar” El chocolate lo puse en una tacita, en un chinero que yo tenía, y allí puse el chocolate, porque aquello fue p´lante… Pero… ¿Te das cuenta de no saber…? Enseguía te daban el purgante… 

M. Luisa:  Cuando tuve el primero me estuve diez días ingresá. Cinco días esperando, con dolores y sin poder levantarme, porque no me dejaban. Al quinto día me puse que era el colmo. Me pusieron en una sillita de ruedas, pero me ponen en una camilla en la sala de partos y me dejaron sola. Yo no sabía na de na así que allí mojadita, to el jugo que tenía pa nacer el niño se me salió. El camisón estaba chorreando. Aguas y todo. Mu mal recuerdo. Si a mí me cogen en estos tiempos yo denuncio el caso, porque entonces nos tenían asustás. No nos podíamos quejar, ni gritar, ni na. Nos decían: “Claro, cuando estabas haciéndolo no te dolía na. Eso decían las matronas. Me dejó toa la noche y entonces por la mañana, antes de que entraran los médico,s se liaron las matronas y ¡me decían de cosas! Asustándome… que me iban a poner los fórceps, que si esto, que si lo otro... Así que yo vi el cielo abierto cuando vi al médico. A ellas les cayó mu mal cuando le dije al médico que me alegraba que viniera. Hasta me hicieron un hematoma grandísimo y estuve cinco dias más con el niño.

Gregoria: Yo tuve a mi niña en La Maternidad de Sevilla, porque entonces trabajaba allí mi marío y alquilamos una habitación para estar cerca cuando naciera. Luego tuve otro embarazo, pero se me murió la criatura. Cuando ya estaba de ocho meses, fui a Ronda porque estaba mu hinchá, mu hinchá, y me mandó unas pastillas pa orinar. Tenía que orinar en la escupidera. En dos días me quedé sequita, desidratá. Entonces fui al médico de aquí, Don Diego, y él me dijo que la niña estaba muerta. Un palo grande, la verdad. El médico me dijo: “Si mañana si a las 8 de la mañana tú no te has puesto mala, te vienes”. Pues yo no me puse mala. Así que nos vamos a maternidad me metió en el borriquete, me pusieron dos goteros, y estuve cinco horas apretando en el borriquete. Nació muerta y con una dificultad que nunca he sabido lo que era. Yo lloraba mucho, pero el médico me dijo: “No llores, que Dios sabe qué ha hecho contigo”. Al otro día me fui a ca mi madre y a los tres días me vino una embolia y me llevaron a Jerez, luego al Puerto de Sta. María. El director no quería que saliera de allí, aunque era una clínica que tenía mala fama. Mi hermano quería llevarme a Cádiz, que tenía buena gente. Tuvieron que ir a Don Francisco, luego al Instituto Nacional de Previsión, que había un hombre que había hecho la guerra con mi padre y se conocían. Al final me llevaron a ese hospital y yo inconsciente. Me vio un médico de Sevilla y me dijo que había que llevarme al Rocío de Sevilla. Me llevaron inconsciente (estuve así 19 días) Allí fue donde empecé a sangrar y a chillar y eso me salvó. Había médicos que no me querían tocar…. Me quedó la mano mal y llevo 34 años y aquí estoy.
Mª Teresa: Mis embarazos primeros bien. Después tuve una niña y estuve muy mal. No nacía, los dolores se me fueron. En la Maternidad mi madre se plantó con el médico y la matrona, que era de aquí: Mariquita. Las dos me llevaron a Jerez. Luego, con el otro embarazo, tuve también una hemorragia y unos calenturones… La niña no contaban con ella. Yo la acompañaba (dice Pilar) y le dije al médico que no la dejaran sola. Estuvo toda la noche y no le hacían caso. Esa fue en la segunda.
Leonor: Yo nací en el año 25. Tengo 85 años desde Enero. Os voy a contar el parto de mi madre, cuando yo nací. Ella me lo contó a mí y por eso sé tantos detalles.


Yo soy mu nerviosa… mu dinámica… y mi madre me decía: “Mi hija es como nació”. Resulta que los antiguos siempre estaban peleaos… Bueno, yo nunca los vi juntos a mis padres. Un matrimonio como el mío no. Nunca los vi juntos hacerse ni una caricia y somos siete hermanos. Tuvo un varón que se llamaba Félix, por uno de mis abuelos. El otro se llamaba Felipe, y cuando tenía que tener otro varón, mi madre decía que no le iba a poner Felipe. Y mira qué insignificancia. Se peleaban por eso. Se fue cada uno a su casa. Ella en la calle Ronda y él a la calle Remedios, que vivía mi abuela. Pues na, que nació mi hermano y mi padre estaba entrando en Ubrique, que no estaba él en el pueblo. Pues aprovechó que le dijeron: tu mujer ha tenío un niño y fue al registro y le puso Felipe. Siguieron peleaos y ya cuando hicieron las paces se quedó embarazá de mi. Mi abuela no tenía luz eléctrica...mira si soy vieja.
Tenía el quinqué de petróleo. Y ahora decía que mi padre ponía los cerillos debajo de la almohada por si se ponía mala mi madre… Pues ahora ella con los dolores, y no le decía a mi padre que estaba de parto, por no hablarle. Se tragó los dolores, dolores, y dolores. Y ya tenía su ropita prepará y esas cosas. Pues nada, que cuando le entró la gana de apretar, se puso de pié y ahora dice que me caía yo, que se le caía la niña. Cogió el cernadero y se lo puso así. Y dice: “Curro, curro, levántate que estoy mala”. Pero la niña ya estaba afuera. Mi padre se levantó y cogió los cerillos y mi madre, sin darse cuenta, le dio un manotazo y se le cayeron. y ahora… sin luz… Se quedaron sin luz. Entonces mi padre salió corriendo a la vecina y dejó a mi madre con la niña en la mano. La mujer me decía: “Esta niña vive porque tenía los días cumplíos. Fíjate qué insignificancia. Por no hablarse y mi madre por cabezonería… reventaba y no le avisaba de que estaba de parto.
Y mis partos… pues no se preparaba nada. El primero es lo más malo, porque yo soy mu dura de matriz. Dicen que es como de cuero. Con cuarenta años me vinieron dos en dos años. Ya tenía las tres mayores. Cuando te lo sientes en el vientre... Había nació una niña sietemesina y yo tenía ictericia y fui al médico y va y me dice que estoy embarazá. No le pegué por chiripa. Qué enfado me entró, chiquilla, qué enfado. Ya tenía yo tres mujeres y me pusieron la casa como un kiosco de regalos que me trajeron. Pues bueno, le digo al médico: ¿Cómo voy a estar yo embarazá si no he visto el periodo? Porque yo le daba el pecho a mi niña que tenía pocos meses. Estaba criando. Ya estaba yo de 5 meses y no se lo quería decir a nadie, ni a mi mario. Me hizo una bata ancha Ana Maria la de Filomena…y no me la quitaba. Y aquella noche, duchándome… de la rabia que yo pasé cuando Don Manuel me dijo que estaba embarazá, y yo que no que no, que no puedo estar embarazá; pues eso, que aquella misma noche, duchándome, fue cuando yo me lo sentí por primera vez que se movía. Total, que me pasó como a mi madre cuando yo nací. Cuando me llegó la hora, vinieron mis hijas a comer y yo sin decir que tenía dolores… y la casa como un kiosco… ¿Cómo les decía yo que estaba mala…? Pues le digo a mi cuñá Mariana: Que estoy de parto. Ella me dice: ¿Tan pronto?... Claro, es que cuando se lo dije estaba de cinco meses… Mis niñas, a una, la que tenía 7 u 8 años, la mandé por un búcaro de agua fresca, y a otra la mandé a otro lao. Vino el médico y Remedios la Floria, que vivía un poco más abajo- Entre los dos lo recogieron. Lo que hizo el médico fue cortar el cordón…. Yo reventaba y cuando dijo ya está, llegó. Es la única vez que entró un medico en mi casa paz los partos. El niño estaba fuera cuando llegó el médico.
Nos poníamos en las camas. Como no tenían cabeceros las camas, pa agarrarte. Te ponían una sábana pa agarrarte fuerte y tumbá apretando. Los dos picos de las sábanas cogías y aguantando.
Gregoria: Yo con mi segunda, que estuve toa la noche… A mí el médico me dijo: “Cuando tú te notes los dolores mu fuertes entonces me llamas… Cada cinco minutos”. Pues bueno, eso fue a las 7 de la tarde, y a las 6 menos cuarto de la mañana no podía estar ni en la cama ni en la butaca ni en ninguna parte y ya llamé a mi hermano, que me llevó a maternidad. Allí me ingresaron y había una mujer que llevaba cinco horas en el borriquete. Pues la bajó y me subió a mí porque estaba de parto y en 5 minutos estaba afuera. Mi marío se quedó afuera y lo llamó el médico y le dijo: “Ven aquí que tú te crees que sólo va a parir tu mujer…” pues me recogió a mi niña… pero se mareó y tuvo que asistirlo.
Pilar: Mi marío también estuvo una de las veces, la otra estaba en el campo, porque estábamos en el campo… pero el segundo estaba en casa y ella que era mu graciosa… y dijo: “Ven aquí que vas a ver parir…” y allí estuvo. Pero no era normal que los hombres estuvieran en el parto.
Isabel: Desde las cinco de la mañana estuve yo aguantando pa que mi marío no se enterara de que estaba mala. Pero vamos, qué te voy a decir… por qué… porque bebía muchísimo y yo quería que estuviera en condiciones pa el parto, porque si no, no servía pa na. Pa que no bebiera, y que no se fuera al bar, yo me pasé la noche dando paseítos y le decía: “Estate ahí acostaito”. Y ya hasta que no podía más y llamó a mi madre y luego a Bartolito. Pero estuve toa la noche hasta que llegó Bartolito, el practicante.
M. Luisa: En los tiempos nuestros ya no se tenían en casa. Mi hermana los tuvo mu bien en su casa. La abuela de mi madre recogía a los niños. A mí me visitaba Mariquita. Una noche fui yo a las 11 de la noche… sola, porque aquella tarde estuve yo planchando, dejándolo to preparao… y mi marío se fue.

REMEDIOS, MEDICAMENTOS Y UTENSILIOS PARA EL PARTO
Se solía poner canela cocía y matalahúva, como una infusión. Era pa darte fuerza y vitalidad. Dicen que quita el sueño la canela y otros que dan fuerza. No se usaban guantes en el parto. Se lavaban bien las manos. Isabel ya sí tenía guantes.

Pa la cura del ombligo, le poníamos una cosa que le llamaban polvos de azof. Gasa esterilizada de la farmacia, con pinzas. Mariquita, la matrona, venia unos días después del parto, los bañaba y les curaba la tripita. Y seguía viniendo a visitar a niño, hasta que se le caía el ombligo. Las que paríamos en el hospital salíamos ya sin tripa ni na.
Había partos que era una barbaridad. No nos enseñaban ni…, ni gimnasia, ni respiraciones, ni na. Era monstruoso.
Hoy en el hospital…es otra cosa… te ponen una inyección… o algo. Pero cuánta gente moría en el parto… mujeres que todas conocemos murieron. No se sabía lo que pasaba, pero se morían porque estaban atravesaos, con el cordón en el cuello, pero nacieron muchos muertos… antes era mu normal. También con la placenta previa… de nalgas... 
Y de reposo después… ya me dirás…
Manola: Tuve yo a mi niño a las 3 de mañana en el chozo. Lo recogí primero yo. Luego vino una mujer mayor que le llamaban la coneja. Teníamos un chozo sin luz, con un candil de gasoil: la candileja…que le decían: una torcia y gasoil.
Mi marío se vino a Ubrique, porque queríamos venirnos aquí. Yo tenía mis cosas pa irme a Algar a tener al niño. Le dije a mi marío: “No te vayas que yo estoy mala, y no te puedo planchar ni el pantalón de tela, que estoy mala y ni puedo”. Pero nada, él se fue y me quedé sola. Llamé a Encarnita, la de Paquito José, una muchacha que no tendría más de veintitantos años. Me puso una silla baja en la espalda,y vino mi niño enseguía. Lo cogí en mi Cernadero y le dije que llamara a Maria la Coneja que recogía a los niños. Ella me dijo: “Tu traes otro…” Yo no había ido al médico y no sabía na. Pero era una especie de úlcera de sangre que había tenío una caída y se me hizo eso de sangre. Y no fui al médico ni na. Total, a las nueve de la mañana estaba yo haciéndome el café.
Y pa comer maté a una gallina, me tomé mi caldo y fideos, un poquito arroz mu claro, y eso es lo que se comía. Se decía que la gallina daba más leche. Las sardinas también se decía que daba mucha leche.
Al niño lo bañábamos a diario. Mi cernadero y mis cosas pa vestirlo, la palangana, una palangana mu grande de esas de porcelana. Tenía su toalla pa él. Se le daba unas cucharaditas de hierba Luisa, si tenía dolor de barriga...

                                LOS PREMATUROS

Isabel: El mío lo tuve yo más de un mes sin moverlo. Sin abrir la ventana, con una botella de agua caliente y que nadie fuera a verlo. Porque nació con seis meses… dos kilos quinientos gramos pesaba. Durante la cuarentena mi madre venia a bañarlo cada día.
Leonor: Paz mi Félix, tenía yo una cunita de mimbre y le ponía dos botellas de agua caliente a los laos, porque nació dos meses antes. Y con el frio que hacía…

                                        LAS MATRONAS

Isabel: Yo recuerdo que a mi el primero me lo recogió Bartolito, el practicante. La matrona estaba mala y entonces me los recogió él. Yo puse las sábanas limpias y luego él vino y mi madre. Normalmente estaban las madres y la matrona.
Manola: Pues a mí no me venía nadie, ni madre ni suegra. Mi madre siempre estuvo inválida y como yo vivía en el campo… La primera la tuve en El Algar, y una tía mía se ofreció a venir a ayudarme y ella fue la que me recogió al primero. Yo tenía mi cernadero, mi ropita y mis cosas y ella lo recogió.
Leonor: Mariquita... todavía vive... y ella era Matrona. Debe de tener ochenta y tantos años. Ella cuando los niños ya nacían en la maternidad, se colocó en el ambulatorio y reconocía a las madres y las mandaba al hospital. Había una, la madre no tenía título. A mí me recogió a la sietemesina. Esa era matrona. Pero la madre, Lucía, no tenia título y era la que recogía a to los niños en el pueblo. El que podía se iba al hospital, pero morían muchísimos niños en el parto y muchas mujeres.
Pilar: Isabel llevaba siempre su maletín. Yo la verdad no sé lo que llevaba en el maletín. Ella decía: “Esto es lo que a mí me gusta: trapos blancos y limpios”. Pero esas, que tengo yo que recoger… que había de to… que no tienen ni un trapo…
 Las comadronas apenas hacían nada mientras el parto. A mí me decía: “Esto está aquí ya…” No hacía casi na, esperaba… ¡Ya viene, ya viene…! Ayudaba a sacarlo, lo cogía y la niña igual. Ellas no cosían…
M. Luisa: La madre de Isabel ya recogía a los niños. Era una aficioná, no era matrona ni na. Luego Isabel si tenía el título.
Leonor: ¡Pero si nos rajábamos...! Toas… toas estamos rajás… y la que diga que no, miente, porque no nos cosían…
Lo que preparábamos era: Sábanas limpias, los celnaderos, su hllo... to lo necesario pa el parto. Y hacíamos el ajuar nosotras:
Camisita, batita de maguita larga, la mantilla de muletón, el metió, el culero, la faja, el ombliguero.
Yo hice la ropita: la mantilla, el culero, el metió, el pañal, las camisitas, las cortábamos, las batitas, to... ¡Pues no tenían trapos los niños! Entonces no dejábamos el ombligo como ahora. Cuando se le caía, se ponía la fajita hasta que estaba ya totalmente curao.
Pilar: Yo tenía una cunita de palma que me hizo mi marío que en paz descanse, preciosa.
Con su respaldo más alto de detrás… tan bien hecha… se la vestimos. Le compré una tela mu bonita y me lo hizo mi prima… como si fuera… aquello un lujo, como ni había carritos ni na de eso…

viernes

Ser madre: experiencias de embarazo

La maternidad es una cuestión central en la vida de las mujeres, pero mucho más en épocas en que la función básica de éstas era la reproducción. En un mundo en el que no se conocen métodos efectivos para evitar los embarazos, muchas vivían únicamente para eso. En ese contexto, ser madre era una experiencia que tenía sus luces y sus sombras: por un lado, el embarazo podía ser la confirmación de un deseo íntimo, pero también daba respuesta a una expectativa del marido y de las familias de ambos. Seguramente esta presión, ejercida de un modo más o menos explícito, les hacía esperar con ansia el gran día en el que se confirmaba su estado de “buena esperanza”. A partir de entonces estaba clara la posición de la mujer, sabía cuál iba a ser su papel principal y se preparaba para cumplirlo.
En este apartado, abordamos la experiencia del embarazo; desde el deseo más o menos consciente y expresado, de perpetuarse, pasando por las prácticas anticonceptivas, que de forma más o menos consciente, siempre se han usado, y otras cuestiones como las molestias asociadas a ese estado, y los famosos "antojos". Estos son los relatos que se recogieron en torno a las cuestiones planteadas:
ISABEL: Entonces se decía que no servía la mujer. Él, él siempre servía ... Qué dolor que no se haya ido a los médicos, porque no era la mujer siempre la que no podía, que era el hombre, como ahora. Que yo lo veo mu bien eso de que se vaya ahora al médico. Yo sé de casos que se han deseparao por que no podía tener hijos, pero luego era el marío. No había medios ni nada como hay ahora pa operarse… Yo me acuerdo de una mujer que estuvo mucho tiempo y que no traía niños, que no traía… y se separó. Luego se juntó con otro y tiene niños, o sea, que no era ella la que no podía… estaba claro, ¿no? La echaban a una al rinconcillo por eso.
Por lo general, en el momento que nos casábamos, de momento lo primero que queríamos era niños. Yo me casé y a los y a los 14 meses nació mi primer hijo. Cuando mi mario veía el periodo… él lo que quería era tener niños... Yo creo que más que yo. En los embarazos no tenía antojos ningunos. Los huevos quizás me daban manía. Ni la carne ni el pescao me entraban. Comía más verdura. Se sabía que estábamos embarazás porque se iba el periodo. El cuerpo se pone de otra forma. Ya sabes tú que ahí hay algo que no lo has tenío antes. Me tomaba limón. Yo le ponía al limón azúcar… sería que yo le tenía fe, pero parece que me sentaba bien.
PILAR: Como ya dije, me casé en 1953 y en el 54 ya nació mi hijo. Tenía yo 26 años. Este embarazo fue muy malo, porque tenía mucha fatiga. Yo tenía fatiga hasta teniendo a la criatura y mi marío estaba muy preocupado. Hay hombres que a lo mejor si tienes fatiga… pues que tengas, no te hacen ni caso…., pero yo me casé con un hombre de campo y to, pero Dios lo tenga en la gloria. Era mu bueno. En todo en todo. No tengo ninguna cosa que reprocharle (se emociona) Luego… ya el niño más grande… pues lo que pasa… pues otro niño… A los cuatro años. Con este también tuve fatiga. Yo como no iba a nadie, ni médicos ni nada... Me acuerdo que por entonces tenía un abrigo marrón… parecía un palo. Tan malamente… Mi prima me llevó a un médico. Él me dijo: ella es así, de fatiga. Que todo va a salir bien, que ella está mu bien. Pues p´lante una niña y un niño.
M. LUISA: Yo me casé con 27 años. Tuve mi primer embarazo muy pronto, pero estaba mal formado. Al principio me salía mucho el vientre y tuve que ir al médico… aquello era como un trozo de hígado… no sé exactamente lo que era. Recuerdo que estaba con la regla el día que me casé, pero casi terminando, y a lo mejor por eso me pasó aquello… Yo notaba de la primera noche que nos quedamos en Marbella... y luego en Málaga y Granada, que no tenía ganas, tenía el vientre inflamao y no tenía ganas de na.
Mi marido estaba en Marbella trabajando y me fui allí a vivir. Al principio, me dolía el vientre y no se me quitaba. Buscamos a un médico, que era la primera vez que yo iba al seguro. Ya fui al ginecólogo y me hicieron un legrao y luego en el segundo, tuve que guardar reposo. Luego, pa la tercera, iba yo con los barreños de ropa pa tender y la llevaba en brazos y sin embargo ya no me pasó na. El cuarto me quedé sin darme cuenta. Como que yo pensaba que no había hecho na. Estaba dándole el pecho a la tercera y tenía mal color de cara y digo: esta niña está mu blanca y me hice unos análisis y es que me había quedao embarazá. Decían entonces que una no se queda embarazá dando el pecho. Yo escuchaba que le cae mu mal a los niños eso de darle el pecho embarazá. Pero yo procuraba no hacer vida… pero me quedé.
El café y el cocido me daban mucha fatiga. Los olores... Me engordaba normal, pero lo devolvía to. En los últimos estuve mejor. Con los más chicos cuando calentaba la leche pa el desayuno de los niños, me entraba una fatiga… Devolvía y luego ya se me pasaba. 

GREGORIA: Me casé con 23 años. Nos fuimos de Cádiz al Puerto y luego a Granada. Eso fue el viaje de novios. Al otro día de casarme me vino el periodo y no me quería ir de viaje. Los cuatro días primeros estuve mal, pero en los otros cuatro, ya en casa de un familia, allí yo hice a mi primera hija. Mucha gente decía que yo había ido embarazá. Menos mal que vino a los 9 meses y 18 días… Yo noté que me faltaba el periodo porque pa eso era como un reloj. Cuando me faltaba, sabía que estaba embarazá.
La marcha atrás es lo que se hacía en aquellos tiempos. El segundo embarazo mira cómo fue: Trabajaba una vecina en mi casa conmigo y las dos teníamos una niña. Un día ella me dijo: Mira, te voy a regalar una cosa que me ha traido mi mario que es buenísimo. Con eso puedes estar tranquila que no se queda una embarazá. Total, me enseñó la cajita y to y me lo regaló. Se lo enseñé a mi marío. Él lo sabía, pero en la farmacia te daba vergüenza ir a comprarlo. Yo me quedé embarazá con esa caja de preservativos. Al mes justo las dos estábamos embarazás. La caja estaba picá. Mi marío encantao de ponérselo, porque lo habíamos paso mal con la última niña, que la sacaron con forcets y no queríamos tener más niños de momento. Mi hija dice que es de una equivocación de un preservativo.  

Me acuerdo que una vez, mi cuñá Milagros y yo, estuvimos por lo menos seis veces en la farmacia de Jerez. Dos veces compramos pastillas de aspirinas, pero ninguna pedía el preservativo. Al final el hombre nos dijo: Yo sé lo que ustedes vienen buscando… una cajita de preservativos… Que eso no es ninguna vergüenza. Ahora que yo era la que me tenía que preocupar, que mi marío, ni hablar de ir a la farmacia. Al final aprendí a decir la marca y así no tenía que decir preservativo.
 PILAR: En mis tiempos también los había en la farmacia. Pero yo no los usé nunca. Yo sé que mi mario tenía una caja, que no sé de dónde la sacaría, pero a mí no me gustaba.


MANUELA: Yo oía que algunas mujeres usaban el preservativo. Así que antes de que él volviera, fui a la farmacia a pedirlo y me dijo el farmacéutico que sin permiso de mi marido no me lo podían dar y que había que tener tos los hijos que Dios quisiera. Les conté que padecía del corazón y que tenía 3 hijos, pero nada. Yo me quería preparar pa cuando viniera mi mario, que se fue a Alemania cuando yo ya estaba embarazá del cuarto, pero no conseguí nada. Así era como se pensaba entonces: los hijos que Dios quiera…
Yo sentía algo raro en mí cuando me quedaba embarazá. Una vez me dijo un ginecólogo que si yo tuviera que tener algo de prótesis en mi cuerpo iba a tener problemas, porque cualquier cosa que tengo en mi cuerpo, lo rechazo. O sea, que con el embarazo, enseguía me daba cuenta de que en mi cuerpo había algo, como una especie de rechazo. Era superior a mí. Pero fatiga… nada. Al contrario, yo tenía mucha hambre. Y claro, con 20 años y 52 kilos, comía lo que quería, yo con el peso y los antojos, no he tenido problema. 
PILAR: A mí un gazpacho fresco en invierno, migao, al lao de la candela… eso era lo que se me antojaba… no me daba fatiga. ¡Me caía de bien…!

No podía dejar de abordar un tema, que, aunque delicado, es una realidad en la vida reproductiva de las mujeres: el aborto. Sobre el tema no se dijo casi nada. Sólo Gregoria se atrevió a comentar lo siguiente:

Se sabía que algunas se tomaban algo, pero claro, como era mucho tabú entonces, no se decía nada. Nosotras nos quedamos tres embarazás. Una vecina tenía cuatro y otra tres. Resulta que la que no quería más niños (tenia 4) Se puso a pintar la casa, puso una banqueta encima de la mesa y desde allí se tiró, pero no le pasó na. No abortó Sin embargo, la otra, primeriza, locas, porque lo queríamos era tener más niños, la muchacha abortó sin hacer na y yo también. Mi niña se me murió a los ocho meses de embarazo. Estuvo dos días muerta en el vientre. Luego, la tuve en cinco horas. A los tres días me dio lo que me dio. El ICTUS. El año pasao cuando mi hija la ingresan por poco me muero…