miércoles

Isabel: la vida ahora es completamente diferente...

 Nací en el campo, cerca de Ubrique. Soy la más chica de cinco hermanos. Recuerdo que había un arbolito al lao de nuestra casa, que mi madre me decía que allí en ese arbolito me había dejado a mí la cigüeña. Eran las cosas de entonces…. Todavía voy por allí y veo el árbol y lo quiero yo muchísimo. Yo había hecho muchas cosas antes de venirme a Ubrique: cogía garbanzos, aceitunas, guardaba los pavos… ayudaba a mi padre en lo del carbón… he hecho de to…
A veces me pregunto cómo hacia yo todas esas cosas tan chica. En verano, que era cuando no había carbón, cogíamos garbanzos con tos mis hermanos; a eso se le llamaba ajustao, o sea, que se cerraba lo que íbamos a cobrar y la familia entera trabajábamos.
La trilla
 Pues me acuerdo que yo eran tan chica que se reían de mí porque iba detrás de la cuadrilla y lloraba muchísimo porque las manos se ponían fatal, de sangre… Y eso que mi madre nos hacia guantes de lona… Entonces pa curar las heridas, nos orinábamos en las manos. Y otra vez me pasó una cosa muy graciosa. Yo iba detrás de los pavos, porque era la más chica, la que hacia eso, y los animales señalaron y acorralaron una liebre... y yo me eché encima y cogí la liebre y llamé a mi hermano: ¡fulanito… que vengas a por la liebre, ven, ven… ¡ Y mi hermano vino y se la llevó…
Mi madre vendía las cosas de la huerta. Aquello era una casa en el campo, pero nosotros no éramos los propietarios. Era una cañá, y teníamos otras tierras arrendás. Al principio, mi padre sólo echaba carbón, pero luego, cuando ya nos vinimos al pueblo, echó una huerta. Mis dos hermanos trabajaban con él y mis hermanas y yo entramos en la fábrica. Yo ya tenía doce años. Mi hermana mayor era la que ayudaba más a mi madre en la casa. Ella no iba a trabajar a ningún sitio.
Grupo de hombres preparando la elaboración del carbón
Cuando `pienso en esos tiempo… la vida de ahora es completamente diferente. Pero vaya, cuando los jóvenes de ahora se quejan yo les digo que si hubieran vivido ellos aquello. Pero bueno, yo no tengo malos recuerdos, Éramos mu felices, porque no conocíamos otra cosa. No nos faltó de comer. Mi madre iba a donde está el pantano y se llevaba la burra cargá con lo que daba el tiempo: naranjas, granás… A mí me daba media naranja o media graná, porque se repartía según se trabajaba, a los más grandes que se los llevaban pa el campo. Entonces yo me las arreglaba pa sacar una graná o cualquier otra cosa… Te espabilabas… Ahora que cuando nos vinimos del campo todavía seguimos trabajando por las tardes, ayudando a mi padre en las faenas, cogiendo las cosas que él sembraba, to lo que mi madre vendía. Y el domingo había que ir a lavar pa tener la ropa limpia pa toa la semana. Entonces no se paraba de trabajar.
Isabel, la joven de la derecha, todavía adolescente
Entré en la fábrica con doce años, sin saber na.  Lo primero que me pusieron fue a rebajar, como pa aprender a hacer el almidón a hacer correíllas… lo hacías sola. Después cuando aprendí lo básico, me pusieron con un hombre. En esa fábrica eran tres aparceros. Yo salí de allí pa casarme. A mí me enseñaron a trabajar como a un hombre, como un oficial. Al casarme dejé el trabajo ese, pero en mi casa seguí con mis tareas sin parar.
Un taller de petacas (foto de autor desconocido)
http://www.urbanity.es/foro/edificios-en-general/13102-documentacion-grafica-ciudades-y-edificios-espanoles-50
Una de las fábricas de piel que aún quedan en Ubrique
En el verano entrábamos a las 7 y hasta las 3 de la tarde… y luego teníamos la tarea en la casa. En invierno salíamos a las 6 de la tarde, pero también seguíamos en casa con las tareas. No teníamos horario en la casa. No teníamos tiempo para el desayuno. Allí mismo en la mesa de trabajo comíamos como los pavos. Es que los dueños estaban allí, te miraban… Teníamos un jarrito de porcelana y llevábamos allí el café.
Jarrito de porcelana para el café (imagen tomada en el Museo de la Piel de ubrique)
Yo contenta, y la satisfacción de mis compañeros… Entonces teníamos ilusión, no es como ahora. Yo veía que ganaba dinero, que a los hombres les daban billetes de veinte duros. Yo decía: cuando yo gane un billete de veinte duros… y era pa darle el dinero a mi madre. Hasta la semana que me casé estuve así.

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