Un día una cerda tuvo cuatro cerditos y la niña tuvo mucho más trabajo. Al día siguiente un cerdo, el más pequeño, se fue para el sembrado que su padre estaba cuidando y la niña sin saber qué hacer le tiró una piedra y sin querer le dio en la cabeza y como era todavía muy pequeño, lo mató. La niña lloraba desesperadamente pues creía que su papá le iba a reñir, pero se quedó muy asombrada cuando vio que su papá no dijo nada , porque comprendió que su hija era todavía muy pequeña para cuidar cerdos.

Este relato lo escribió Gregoria Lamela en la época en que asistió a la escuela de adultos, donde aprendió a leer y a escribir. Gregoria tuvo una infancia de niña de campo y por eso sus recuerdos están muy ligados a esas labores que, desde muy chica, ocupaban su tiempo; entre ellos el cuidado de los animales, a los que les tomaba mucho cariño. Esta historia tan tierna es fiel reflejo de cómo aquella niña tan responsable cuidaba y quería a sus animales.
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